Julio Benegas, un destacado en la enseñanza de la física en la línea de aprendizaje activo


Julio Benegas, un destacado en la enseñanza de la física en la línea de aprendizaje activo

Se desempeñó como docente del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales, realizando sus tareas de investigación en el Instituto de Matemática Aplicada San Luis (IMASL), del cual fue Vice Director y miembro fundador. Además, fue Senior Associate Member del International Centre for Theoretical Physics (ICTP) y miembro de la Comisión de Physics Education del International Union of Pure and Applied Physics (IUPAP), la asociación más importante a nivel mundial para la promoción de la física. Nuestra Institución lo designó como Profesor Emérito, y con motivo a cumplirse los 50 años, dialogamos sobre los aspectos más importantes de su historia universitaria.

¿Cómo empezó su historia con la UNSL?

Entré a la UNSL hace mucho tiempo, vengo de Mendoza. Mi idea era estudiar el Profesorado de Matemática, un poco porque mi papá daba clases de matemáticas. Cuando llegué, me encontré con que en realidad el profesorado no duraba tres (3) años como yo suponía, sino cuatro (4), y que además en esa época teníamos materias en común entre el profesorado, la licenciatura en matemática y la licenciatura en física. Ahí tuve física por primera vez, porque realmente no recuerdo haber tenido en la escuela secundaria. De ahí en más siempre hice física, así que mi comienzo fue un poco fortuito en el campo.

¿Recuerda algún docente que haya sido referente en su formación y que lo haya inspirado a iniciar su carrera docente?

El que hizo que me decidiera por la física fue el profesor Pedro Pasinetti, alguien muy conocido que ya no está con nosotros. Él forma parte de una de las primeras promociones de profesores de esta Universidad. Era una persona muy comprometida, una excelentísima persona. Él fue el que hizo que me dedicara a la física. He tenido también otros grandes profesores, como el profesor Giorgio Sgrablich y Pascual Colavitta.

Luego de recibirse ¿cómo siguió su camino y cómo inició su carrera en la docencia?

Empecé en la docencia como ayudante alumno, como la mayoría hace, motivado básicamente por mi necesidad económica, porque venía de una familia muy modesta. En esa época se podía ser ayudante alumno una vez que uno tuviera segundo año aprobado y yo iba muy al día con mis materias. Luego seguí toda la carrera docente. En esa época no había básicamente estudios de posgrado acá, todo el mundo se iba a otro lado si quería ser doctorado, yo no fui la excepción y me fui a Estados Unidos. Regresé acá a fines del año 1975 y ya me quedé acá, en lo que ya era la Universidad Nacional de San Luis.

Con el regreso de la democracia me convocaron para trabajar en la gestión normalizadora de la Universidad y fui decano de la Facultad de Matemáticas.

La época de la normalización fue un desafío, se tenían que llamar a concurso todos los cargos docentes, porque esta universidad no tenía profesores efectivos y se requerían ciertos docentes, que sean efectivos y poder llamar a elecciones para conformar los consejos y normalizar la universidad. También se tuvo que hacer el Estatuto, se trabajó muchísimo en todos los claustros para lograr estas leyes o normas esenciales que rigen la mayoría de la Universidad.

Fue una época de muchísima participación de todos los claustros.

¿Qué podría decirnos sobre la importancia de la educación pública?

Bueno, yo soy un ejemplo de eso, toda mi familia en realidad, porque somos cinco (5) hermanos y todos hemos hecho vida universitaria, a pesar que veníamos de un hogar muy humilde. La educación pública ha sido una característica de la Argentina y es algo que la diferencia absolutamente del resto de América Latina. Argentina ha sido en ese sentido absolutamente líder en la educación pública y le ha dado la posibilidad a gente que de otra manera no podría estudiar.

Soy un gran defensor de la educación pública y por eso ha sido mi tarea como funcionario en la Universidad el fortalecer la educación pública. Sin embargo, creo que una de las cosas que tenemos que hacer es ver en qué cosa hemos sido exitosos y hemos cumplido con lo que la sociedad esperaba de nosotros y en qué otras cosas no somos tan exitosos. Por ejemplo, todo lo que se refiere al ingreso estudiantil, en el sentido de que más allá de que sea gratuita o no, la Universidad configura una barrera infranqueable para muchísimos chicos, sobre todo los que vienen de hogares más humildes que han tenido la educación más deficitaria, para decirlo de alguna manera, de la parte preuniversitaria, lo cual los condiciona para estudios universitarios. Ese tipo de cosas creo que son asignaturas pendientes que tenemos quienes estamos en la educación pública.

¿Cómo vivió todos los cambios que se han dado en cuanto a la aparición de las nuevas tecnologías también a la hora de la docencia de la investigación?

Algo que ha sido muy claro en nuestro aislamiento con la pandemia es que la tecnología es una herramienta fantástica como auxiliar de la docencia. En mis últimos años de docente, casi más de 20 años, me he dedicado a la enseñanza de la física y en particular en una línea que se llama de aprendizaje activo. En los años 90 comenzaban todos los desarrollos de la electrónica, en este sentido, cuando uno quiere estudiar un movimiento de un auto o de una cosa, tiene que medir la posición, el tiempo y eso se hace de manera electrónica. Entonces esas nuevas tecnologías se incorporaron a la enseñanza de la física y fueron fantásticas.

La tecnología es una herramienta, entonces creo que lo fundamental es cuál es la postura desde el punto de vista del aprendizaje que uno tenga. Entonces para un aprendizaje memorístico, como el que se utiliza en nuestra escuela preuniversitaria lamentablemente, creo que no tiene mayor incidencia que tengamos gran tecnología o no, porque la tecnología no es el fin en sí mismo, ni es la cosa fantástica que nos va a permitir aprender o no, sino que es una herramienta. Cuando uno lo toma en ese sentido y la puede utilizar, bienvenida sea, pero si creemos que eso nos va a solucionar todo, que si tener una computadora no va a solucionar los problemas de aprendizaje, eso no es así.

En este sentido ¿qué le aconsejaría a las nuevas generaciones en la docencia de su campo?

En la enseñanza de la ciencia, la enseñanza de la física ha liderado un cambio muy profundo, que ha ocurrido desde los últimos 30 años a nivel mundial. Además, hay un cambio de paradigma de las clases, donde son los alumnos los que están haciendo cosas y trabajando en compañía, ayudándose para aprender, en lo que se llama el aprendizaje social; la física ha liderado eso. El éxito que ha tenido en la física ha permitido que se expanda a la enseñanza de otras ciencias, particularmente la biología; últimamente inclusive también astronomía, la química e incluso la matemática, que es un poco más reacia en seguirla.

Yo estoy jubilado y ya no trabajo en la Universidad, pero sí en el proyecto de investigación de enseñanza de la ciencia. Ahora no lo dirijo, pero estamos haciendo pruebas y experiencias en matemáticas y en las escuelas secundarias. Considero que si no trabajamos con los chicos antes que vengan a la Universidad, cuando lleguen acá muchos pueden perderse por el camino, pero los que llegan ya están condicionados por lo que han tenido antes, entonces el trabajo nuestro acá es muchísimo más difícil. Lo que hay que hacer es tratar de que tengan oportunidades y aprendan antes de venir a la Universidad. Creo que ese es el rol social que tenemos que tener desde la Institución.

¿Qué implicó para usted su designación como Profesor Emérito de la de la Institución?

Obviamente fue una gran alegría. En mi caso particular me permitió seguir trabajando por 10 años más. Aunque como Profesor Emérito uno no tiene obligaciones fijas. En mi caso particular yo trabajaba en problemas de aprendizaje, por lo que siempre seguí trabajando en la docencia, ya que la materia era mi banco de pruebas y mi modo de experimentar todas las estrategias o los tipos de cambios que uno propone para la enseñanza.

En cambio en mi propia docencia siempre hice experiencia, inclusive en estos años en que tuvimos que trabajar a distancia, que para mí fue un aprendizaje tremendo. El cambio en la enseñanza que nos obligaron en el 2020 fue brutal. Yo me imagino cómo debe haber sido para las personas que no tenían experiencia en estas cosas.

¿Puede darnos alguna reflexión sobre los 50 años de la Universidad Nacional de San Luis?

Los 50 años evidentemente es un hito. Es como un número mágico que uno puede pensar como también un momento para reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que queremos hacer. En ese sentido me parece que la Universidad se ha abierto en tantas direcciones distintas, inclusive geográficas, ya que al principio estaba solamente acá en San Luis y con el tiempo se fue a Villa Mercedes, a Merlo, y a otros lugares del interior de la Provincia.

La Universidad de San Luis se fundó sobre la base de la Facultad de Ciencias. Por ello, San Luis era muy conocida en todo el ámbito no solamente de Cuyo, sino de todo lo que llamamos la Ruta 7 hasta la provincia de Buenos Aires.

Ahora los estudiantes son mayoritariamente de San Luis, por eso hay que ver dónde estamos, qué queremos hacer y hacia dónde queremos ir.

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