Florencia Ledesma Candás, lleva la bandera nacional de la Escuela Normal


Florencia Ledesma Candás, lleva la bandera nacional de la Escuela Normal

A fines de noviembre en la Escuela Normal (ENJPP) se realizaron las elecciones para abanderados del nivel primario y secundario. Maria Florencia Ledesma Candás de 6º año «C1» fue una de las elegidas para portar la bandera, no sólo por su alto promedio, sino también por su compañerismo. Este miércoles 12 de diciembre alzó la insignia patria en el Auditorio Mauricio López. También lo hicieron otros estudiantes que conforman el cuerpo de banderas. 

La ENJPP viene trabajando en integración escolar hace años. En 2003 ingresó la primera estudiante con discapacidad y al interior de la Escuela el personal comenzó a replantearse cómo atenderla. Por ello, en el año 2007 se plasmó ese trabajo en el Proyecto de Integración Escolar de alumnos con necesidades educativas especiales. Desde esa fecha, la Escuela ha recibido varios alumnos con discapacidad y se han ido aplicando, evaluando y ajustando diversas estrategias para lograr una experiencia educativa de calidad.

El caso de Florencia es el reconocimiento al esfuerzo y perseverancia -como la describe su padre Esteban Ledesma-, ella comenzó en una época en la que no estaban demasiadas pulidas las estrategias de integración en la Escuela. Sin embargo, pudo ponerle el cuerpo a las barreras pedagógicas, metodológicas, actitudinales del grupo, de otros grupos, de docentes y convertirse en un ejemplo para todos. Tanto su potencial, como el apoyo inmejorable de su familia y de la docente Myriam Gonzalez, fueron claves en sus logros.

A principio de año, se convocó a los profesores que tendría Florencia a una reunión en el Departamento Interdisciplinar de Apoyo Escolar de la Escuela (DIAE) para hablar sobre las particularidades a la hora de dar las clases. Las mismas debían ser más cortas, con consignas bien plasmadas, y el material de trabajo debía ser entregado a tiempo para que Florencia pueda trabajar junto a su mamá.

La Lic. Marisa Labayen, quien integra un equipo asesor en la ENJPP, afirma que cuando se dan las condiciones en el estudiante, el apoyo en la familia y las estrategias en la Escuela, el éxito es seguro. «Los mismos chicos la toman de ejemplo, se esfuerza y logra conseguir sus metas y por ello es un ejemplo positivo para muchos», dijo.

Paula Isgró, profesora de Filosofía, afirma que su experiencia con Florencia fue muy enriquecedora. La docente destaca su responsabilidad a la hora de trabajar en clase y su iniciativa para participar y realizar sus actividades. «En las clases le gustaba pensarse como alguien valiosa, que podía pensarse y crear conocimiento, pensar la relación con su familia, con sus amigos», dijo.

Isgró resaltó también que Florencia es una alumna muy cariñosa, que se gana el corazón de todo el personal y alumnos de la Escuela. Esto se vio plasmado en el festejo de cumpleaños que entre todos le organizaron en el Aula Magna, como soñaba la alumna. Con respecto a sus logros, la docente afirma que representará a su curso de la mejor manera: «Estoy muy orgullosa de Florencia, es un gran logro para ella y para toda la Escuela», dijo.

Sobre el Programa de Inclusión Educativa

Este año, la Escuela conformó un equipo asesor integrado por la rectora Esp. Alejandra Quinteros, el Mg. José Luis Irazola y la Lic. Marisa Labayen. Desde este espacio se piensan las políticas en torno a la inclusión educativa, se coordinan las acciones y se van sumando actores involucrados desde distintos lugares. A su vez, se generan capacitaciones en servicio, para pensar el pasaje del actual modelo de integración escolar al de Escuela inclusiva, generando espacios para que los docentes puedan reflexionar dónde se posicionan en el momento actual respecto a esta temática, comprendan la necesidad del cambio que se propone, visualicen las ventajas y puedan expresar sus sentimientos, sus dudas y temores.

Se intenta que este Programa sea producto de una construcción colectiva, en el que muchas personas intervienen. La Escuela inclusiva no es sólo un programa, sino que tiene que ver con valores, creencias y actitudes que hay que trabajar y dar el tiempo de encuentro, reflexión y diálogo. El objetivo que persigue es el de identificar las potencialidades de los estudiantes y valorarlas.

En un primer momento, se planteó un enfoque de integración con una mirada en el déficit, centrada en el alumno que tiene una diversidad funcional o una dificultad específica del aprendizaje. En función de eso se piensan qué ajustes realizar a la propuesta didáctica para que resulte adecuada a ese estudiante en particular. Florencia ha transitado en este modelo, sobre todo a lo largo de su trayecto escolar en el nivel secundario, por ejemplo, lo ha cursado teniendo una docente de apoyo externa a nuestra institución que la ha ido acompañando además del equipo de trabajo propio de la Escuela.

Sin embargo, este año la innovación está planteada en la inclusión como política institucional, la Escuela tiene una clara política de inclusión educativa y en base a ella se piensa el programa que marca la diferencia con lo que se viene haciendo, ya que es superador.

Se ha realizado un trabajo muy artesanal, de «uno a uno», de docente a docente, docentes entre sí, docentes de apoyo con docentes comunes, y padres. En el segundo ciclo, algunos de los estudiantes que venían con un apoyo de los docentes externos se quedan sin ese recurso por parte de las obras sociales. Ante esta situación, la Escuela tiene una fortaleza muy grande en cuanto a este aspecto, ya que en el marco del proyecto del 2007 se pensó, se pidió y se logró crear el cargo de maestro especial integrador.

Actualmente, la Escuela Normal tiene ocho (8) de estos maestros especiales integradores. Se potenció la función de esos docentes especiales integradores y se destinaron dos (2) de esos recursos genuinos de la Escuela para el segundo ciclo, para seguir las trayectorias escolares no solo de los estudiantes con discapacidad sino de todos los que necesitaran apoyos. Esto fue posible porque formaron equipos de trabajo con las docentes comunes responsables de los grados, acordaron horarios y modalidades de intervención.

Estas acciones tienen que ver con ver a la Escuela desde la política de educación inclusiva. Desde este enfoque inclusivo se trabaja de otra manera, se corre la mirada desde el estudiante con discapacidad, acompañado por un docente de apoyo de la institución o externo a la misma, hacia la diversidad presente en las aulas. Se promueve el trabajo cooperativo entre los docentes y entre los estudiantes, el objetivo es dar respuestas educativas de calidad a todos.

El chico con discapacidad es un estudiante que plantea una forma diversa de aprendizaje, dentro de un grupo diverso, hay chicos que necesitan otros tipos de apoyos, una mirada más individual, por ejemplo, chicos que no cuentan con el apoyo de la familia, que no tienen los recursos necesarios, con conflictivas familiares diferentes.

A partir de esta forma de trabajo, los docentes vivencian que no todos los estudiantes aprenden lo mismo y al mismo tiempo. Al formar equipo con el docente especial pueden ver la diversidad y pensar estrategias para dar respuestas educativas apropiadas, no solamente al chico que se le venía siguiendo su trayectoria escolar. El docente asume la responsabilidad de que también es docente de este alumno y no es responsabilidad del docente especial.

Los chicos con discapacidad al no estar con el docente al lado se posicionan de otra manera en el grupo, empiezan a descubrir que pueden, empiezan a desarrollar habilidades sociales, a pedir la ayuda que necesitan para funcionar mejor, a ver sus dificultades y pedir el apoyo que necesitan, van logrando de este modo un desarrollo más autónomo.

Esta forma de trabajo permite que el chico tenga mejor desempeño, los docentes ven otros resultados y, al involucrarse más activamente, sienten que lo que hacen es importante. «Al principio, algunos padres tenían cierto temor sobre esta estrategia por el miedo de que quedaran solos sus hijos, sin embargo han notado que se integran más. Desde la Escuela se pide que las familias apoyen además de lo académico, desde lo social, para que se desarrollen habilidades y se generen espacios de encuentro fuera de la escuela», dijo Labayen.

En cuanto al éxito del Programa, afirmó que las principales barreras son las actitudinales, por ejemplo, el pensar que la Escuela no fue creada para recibir a los estudiantes con discapacidad, «esta es una de las barreras más importantes que se debe trabajar ya que la normativa actual obliga incluir en la población escolar al estudiante con discapacidad, el estudiante tiene el derecho a ir a la escuela que elijan sus padres, a la escuela que su familia considera que es la mejor para ellos».

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