El Archivo Histórico de la UNSL cuenta con más de 100 ejemplares de la Revista Humor


El Archivo Histórico de la UNSL cuenta con más de 100 ejemplares de la Revista Humor

Fueron donados por la familia Richard, repartidos entre 1979 y el gobierno de Raúl Alfonsín, como así también algunos ejemplares correspondientes al primer gobierno de Carlos Menem, época en que la revista sucumbió ante la reconfiguración neoliberal del mercado, como así también ante la asfixia económica provocada por una ola de juicios impulsada por el menemismo y los consecuentes embargos que sufrió la editorial.

El primer número de Humor apareció en plena dictadura y si bien para entonces la intensidad de la represión ilegal no era la misma de los años 1976 y 1977, debido a las denuncias nacionales e internacionales y también al informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la censura existía y se materializaba a partir de prohibiciones y clausuras, como así también a través de querellas y amenazas de atentados.

Fundada por el periodista y caricaturista Andrés Cascioli y editada por Ediciones de la Urraca, Humor produjo una pequeña revolución dentro de la prensa gráfica y acaparó la atención de los lectores progresistas, asqueados por la propaganda de la dictadura.

Humor estableció con sus lectores un contrato de lectura donde quedaba claramente establecida la ironía de las historietas, mezcladas con informes y reportajes. A medida que la dictadura retrocedía en las posiciones iniciales dentro de la revista ganaba espacio  la crítica y la denuncia, intensificadas estas con la crisis del programa económico de Martínez de Hoz y con la derrota en la Guerra de Malvinas.

Según el libro Humor, del periodista Diego Igal, el impacto inicial de la revista dentro del mercado editorial determinó que poco más de 22.000  sobre 25.000 impresos vendió el primer número de un sumario “livianito”,  según Cascioli.

La  estructura  de secciones comenzó a definirse y enseguida se abrió  el espacio para el correo bautizado Quemá esas cartas (igual que en Chaupinela), con respuestas a cargo de Norberto de la Riestra. Sanz,  Fabregat, Braccamonte (Llosa) quedaron permanentes y se perfilaban  columnistas fijos en el staff como Dolina – no estuvo  en  el  debut  por  entregar  tarde–,  Gallotti,  dibujantes  y  humoristas  como  Fontanarrosa,  Grondona  White,  Crist,  Viuti  o Tabaré. Algunos ubicaban allí chistes con un NO al dorso, señal de que habían sido rechazados en Clarín.

Fuente: Programa de Historia y Memoria

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