«Existen locos como yo, que sueñan que es posible mejorar el mundo y fracasan, pero logran la felicidad de tener una causa para vivir»


«Existen locos como yo, que sueñan que es posible mejorar el mundo y fracasan, pero logran la felicidad de tener una causa para vivir»

En su paso por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), el ex presidente de la República Oriental del Uruguay, José «Pepe» Mujica brindó una conferencia de prensa a medios de comunicación provinciales y nacionales. Compartimos algunos fragmentos de las preguntas y respuestas que arrojó ese encuentro.

¿Qué reflexión puede dejar sobre este momento que está viviendo América Latina?

Soy oriental, un pedazo desgarrado de una argentinidad histórica que no pudo ser por nuestras propias contradicciones. En mi pequeño país se levantó el estandarte de la idea federal de organización, tomando como modelo histórico lo que había pasado en las siete (7) colonias de la independencia americana.

¿Por qué les digo esto? porque no me siento hermano del pueblo argentino, me siento parte, parte de una historia descuajada. Los dolores del pueblo argentino son mis dolores, al igual que los triunfos y las derrotas del pueblo argentino. No somos hermanos, hemos nacido en la misma placenta histórica. Yo no soy otra cosa que un paisano con unas cuantas lecturas, viejo y luchador social, pero hay una idea académica que no comparto: eso que llaman izquierda y derecha, que son términos a partir de la Revolución Francesa, porque culturalmente dependemos de ese mundo e hicimos categoría política por cómo se sentaban los legisladores del viejo parlamento.

Pero para mí, como le quieran llamar, hay una pata humana eterna, sensible al cambio, a la distribución de la riqueza, a la empatía humana. Esa pata progresista ha tenido sus deformaciones. El devenir humano es una lucha de equilibrios casi eterna y permanente. Lo que me preguntan, qué va a pasar, no lo tengo claro. Lo que sí tengo claro es que esas dos (2) corrientes son constitutivas de la conducta de los sapiens y van a continuar. Estamos en medio de un proceso histórico, donde estamos atendiendo al entierro de lo mejor del viejo liberalismo, donde la iniciativa y la libertad de los individuos termina sucumbiendo ante el poder organizado de la concentración de la riqueza. En este sentido, puede haber un inventor en esta universidad notable, de «equis» cosa, pero va a terminar vendiéndole la patente a una transnacional, porque no tiene la capacidad de pagar los abogados, registrar el conocimiento y mucho menos, el valor de lo que tiene que llevar adelante, ese es el mundo en el que hemos entrado.

En ese marco, no sé, sé que tenemos una deuda social eterna en nuestra América Latina y tenemos que tener la sensación de que es hermoso gastar una parte de nuestra vida en la lucha por saldar esa deuda. Porque una cosa es vivir porque se nació y en eso, los humanos somos iguales al cangrejo o a la lechuga, nacemos por un fenómeno biológico, pero la naturaleza nos dio conciencia y, hasta cierto punto, podemos influir en el rumbo determinante de nuestra vida. Entonces existen locos, como yo, que se la agarran en serio y sueñan que es posible cambiar y mejorar el mundo, y fracasan, pero logran algo. Tenemos la satisfacción y la felicidad de tener una causa para vivir, que no es poca cosa. Lo que va a pasar, no sé, es probable que en Brasil va a ganar mi amigo Lula y que va a jugar para darle prestancia a América Latina, pero va a tener cada lío, que Dios me libre.

A pesar de todas las dificultades, el mundo no será como fue, y pobre humanidad si le matamos la esperanza. ¿Qué sentido tiene la vida si no cultivamos el sentido que a pesar de todos los pesares, algo podemos lograr a favor de la justicia humana? Al final hay un problema de razón, pero también un problema de fé. No puede ser tan bastardo el género humano, que no tenga capacidad de enfrentar los problemas más graves que tiene, a pesar de nuestros propios defectos.

Por su estilo de vida, usted se destaca por su austeridad: ¿Qué piensa cuando ve a otros mandatarios del mundo ostentar riquezas?

La realidad es como es, pero nuestra manera de ser y de vivir con mi compañera no es una carga. Acá hay una visión filosófica, un sentido de la vida, que no lo inventamos nosotros, es vieja. Pobre es el que precisa mucho, porque si precisa mucho, no le alcanza nada. O como dicen los Aymara, pobre es el que no tiene comunidad, el que está solo en el mundo, y no es pobre el que tiene compañeros, para enfrentar las dificultades de la vida.

Pero hay una etapa de la civilización, en el que se nos tiende a educar de que triunfar en la vida es hacernos ricos, esa es una mentira canallesca en el mundo ¿sabes por qué? porque si siete (7) mil millones de personas fueran a vivir como vive la minoría privilegiada del mundo, precisamos tres (3) o cuatro (4) planetas, porque a este planeta lo hacemos pelota. No se puede soportar semejante despilfarro de recursos.

Yo no hago apología de la pobreza, hago apología de la sobriedad, de aprender a vivir con lo necesario y no volverse loco. No lo hago por sacrificio, lo hago por libertad. Gastamos toda nuestra vida atrás de nuestra necesidades y no nos queda tiempo para vivir. ¿Cuándo eres libre? ¿Cuándo estás trabajando por necesidad para cubrir tus necesidades materiales o cuándo haces cosas que te gustan y motivan y no tienen que ver necesariamente con lo que ganás?. La libertad es tener tiempo libre para gastarlo en lo que a uno se le antoja, porque cuando compras no compras con plata, compras con el tiempo de tu vida que gastaste para tener esa plata, pero no puedes comprar tiempo de vida, el tiempo se te va y es el gran valor, la gran moneda que tenemos.

Ahí andamos con mi compañera, todos remendados, a los tirones, pero tenemos una causa para vivir y nos vamos a morir felices, porque dejamos muchos compañeros que van a levantar las banderas por las cuales hemos gastado una parte de nuestra vida. Se encuentran con unos viejos felices, con todos los problemas de los viejos, pero son felices. Los invito a que luchen por la felicidad humana.

¿Qué reflexión nos puede compartir sobre la situación política que se vive en la Argentina, la importancia de la democracia y del descrédito que en muchos casos vive el pueblo con respecto a los dirigentes políticos?

Interdependemos de la sociedad y si eso pasa, va a haber conflicto y cuando hay conflicto, alguien tiene que tercear y ese es el papel de la política. Pienso que los dirigentes son coyunturales, los elegimos para un momento y deberían vivir como vive la mayoría de su pueblo y no como la minoría privilegiada y eso no es una carga, es un honor.

La idea de democracia no es moderna, es bastante vieja. Creo que es la mejor porquería que hemos podido organizar, porque no se reconoce perfecta, se reconoce mejorable, no es absoluta, no es de una vez para siempre. Es un acuerdo o contrato social, donde la gente más o menos participa y más o menos decide; pero no es nueva. Tal vez la democracia no puede ser perfecta, porque no lo somos los humanos. No son tantas las instituciones que fallan, los que fallan son los humanos dentro de las instituciones. Pero de vez en cuando hay un Che Guevera.

La mayoría somos seres humanos, comunes y corrientes, con momentos felices y momentos lamentables, con pequeñeces, así somos los humanos, pero podemos luchar por mejorarnos. Creo que podemos ser un poco mejor cada día, esa es la virtud que tiene nuestra especie: aprender de sus propios dolores y de sus propias derrotas.

¿Por qué cree que hay tanta pobreza?

Porque repartimos mal, porque concentramos demasiado la riqueza, porque sobrevive dentro de nosotros una cuota muy fuerte de egoísmo. Tenemos fuerza para hacer un mundo mucho mejor y equitativo, pero no lo hacemos, por debilidad política, porque hay intereses que son más fuertes y esto es parte de la existencia.

La idea de pobreza y riqueza hay que medirla en cada época, es un concepto cultural y social. Nunca los humanos tuvieron los recursos que tienen hoy, por lo tanto, hay cosas inexplicables e injustificables. El aumento de la productividad y del trabajo humano es explosivo, y lo será cada día más, por el avance de la ciencia y la tecnología. Pero una de las contradicciones más severas es la enorme tendencia a la desigualdad, ese es un problema de carácter político y lo tenemos que pelear. Las grandes fortunas que se amasan no se hacen con el esfuerzo de una persona, sino con el de muchas. Hay que apretar para repartir mejor, es una lucha que tenemos en el mundo entero, es una vieja lucha.

¿Cuál considera que debería ser la próxima revolución?

Las revoluciones son momentos de estallido de los pueblos. Me doy cuenta que estamos entrando en un cambio de época, en el que el conocimiento llega a ser cada vez más importante. El proletariado del tiempo que viene son los muchachos que están entrando a la Universidad, aunque no se den cuenta, porque la calificación del trabajo va a determinar que los que dejen ganancia, son los calificados. El mundo que se nos viene es paradojal, y habrá luchas. ¿La humanidad puede en nombre de la libertad tolerar semenjante despilfarro de recursos y no poder solucionar problemas básicos por la vida? ¿Tendremos tan poca empatía? Creo que va a haber lío, tiene que haber lío.

Dato

Esta entrevista fue realizada con las preguntas que le realizaron los/as periodistas Óscar Flores por Radio Universidad Nacional de San Luis, Sofía Pons por el Diario de la República, Pablo Oro por Radio Digital San Luis, Julián Pampillón por Diario El Chorrillero, Ayelén Britos por Radio Nacional y Radio Cadena Popular, y Mónica Gabriela Pereyra por La Opinión San Luis, el día jueves 20 de octubre.

Escuchá la conferencia de prensa completa

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