Hugo Klappenbach reconocido por la sociedad de psicología más antigua


Hugo Klappenbach reconocido por la sociedad de psicología más antigua

El Dr. Hugo Klappenbach, docente de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), fue reconocido por la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP) con el Premio Interamericano Rogelio Díaz Guerrero 2023, por su trayectoria en la categoría psicología en idioma español. La premiación fue durante el 39° Congreso Interamericano de Psicología en Asunción, Paraguay, en la que brindó una charla magistral. En diálogo con Noticias UNSL, nos comenta acerca de su trabajo.

¿Cómo vivió el haber ganado este premio?

Estoy muy orgulloso. Ningún premio es un reconocimiento individual, porque como decía Ortega y Gasset «yo soy yo y mi circunstancia». Tuve la suerte de dirigir durante muchos años un equipo muy bueno en investigación y en docencia, a su vez, tuve el apoyo siempre de mi Universidad y del Conicet. Sumado a esto, por mi manera de ser y de entender la psicología me he vinculado con un montón de sociedades, el Colegio de Psicólogos, la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA) y otras instituciones, yo creo que este premio también es un reconocimiento a ese gran colectivo de la psicología de mi país.

Por otra parte, la SIP es la sociedad más antigua en la región y hace casi 50 años que otorga, cada dos (2) años, premios a psicólogos y psicólogas de toda América. Esta es la segunda vez en todos estos años que un argentino lo gana, la primera vez lo ganó Héctor Fernández Álvarez, doctorado también en la UNSL. Además, por segunda vez lo recibe alguien que investiga en Historia de la Psicología, nosotros solemos decir que es un área un poquito marginal, no forma parte de las áreas más conocidas de la psicología. En ese sentido también es un gran honor recibir este premio.

¿Por qué considera que esta temática que investiga es un área marginal?

Yo creo que es por el imaginario público. En general, uno dice la palabra psicólogo o psicóloga y uno piensa automáticamente en una persona que está atendiendo en un consultorio, ya sea privado o en una institución pública, automáticamente relacionamos con la clínica, con la atención. Posiblemente esta rama de la psicología clínica esté más desarrollada no solo en Argentina sino en la mayoría de los países del mundo.

Incluso en nuestras propias carreras contamos con Metodología de la Investigación en Psicología y allí pensamos en una metodología para actividades experimentales o actividades estadísticas. En cambio, los historiadores trabajamos con lo que llamamos «ex post facto», es decir, con documentos o testimonios sobre situaciones que ya han ocurrido, investigamos el pasado. De todas maneras, aunque sea un área un poco marginal, en Argentina curiosamente hubo personas vinculadas a la historia como Alberto Vilanova y Hugo Vezzetti.

En mi caso considero que los historiadores de la psicología utilizamos la metodología histórica, las herramientas de la historia, pero nuestro objetivo es la psicología porque queremos impactar ahí, a pesar del interés que tengamos de discutir con otros historiadores de otras disciplinas, de la cultura en general.

¿Por qué eligió la historia de la psicología como su vocación principal?

Siempre me gustó mucho la filosofía y la historia. Yo me recibí en 1980 y al poco tiempo, después de Malvinas comencé a tener mucha actividad clínica y no me sentía seguro en eso. No entendía del todo bien lo que los pacientes contaban, en esa época trabajaba con un abordaje moderadamente psicoanalítico porque me había formado en eso, pero no me sentía cómodo. Sentía que eso no era lo mío.

Cuando yo terminé la carrera de Psicología me inscribí en la carrera de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero tuve mala suerte porque quería cursar griego y salí sorteado en latín, hice dos (2) o tres (3) clases en la cátedra de Carpio pero no me terminó gustando. Aún así siempre me llamó la atención tanto la filosofía como la historia, además mi padre era un gran lector y teníamos muchos libros. Empecé a leer la historia de la psicología y en el año 1984, después de la recuperación democrática, me entero de un curso de posgrado en la UBA sobre Historia de las Instituciones Psicoanalíticas en Argentina, a cargo de Vezzetti, y me anoté. A partir de ahí, nunca más abandoné historia, dije «esto es lo mío».

¿Cuál considera que es su importancia?

Su importancia es algo que se discute en la psicología porque hay colegas que con buenos fundamentos preguntan «por qué perder tiempo enseñando historia cuando los/as estudiantes precisan herramientas». Yo creo que justamente para tener y dominar herramientas técnicas para resolver los problemas más urgentes de la psicología en cualquier campo uno tiene que tener un conocimiento de la disciplina más o menos general o amplio y la historia contribuye a eso.

A veces creemos por comodidad que la psicología está en un progreso constante y no es así, la historia da una perspectiva de conjunto, nos permite ser críticos sobre nuestras prácticas y nuestras teorías. Yo siempre digo que los historiadores a veces somos como el mosquito. Tiene esa función de picar diciendo «¡Ojo! Por esta vía que vamos, ya nos estancamos» o «esta vía no se explotó tanto» .

¿De qué trató su charla magistral?

Esta charla se tituló Para una historia decolonial de la Psicología. Consideraciones sobre las disculpas de la Sociedad Australiana de Psicología y de la Asociación Norteamericana de Psicología, tiene un nombre pretencioso pero trata de visibilizar un poco esto, contemplar el alcance de la psicología.

En el 2016 la Sociedad Australiana de Psicología le pidió disculpas a los pueblos originarios y a los isleños de la isla de Torres, al norte de Australia, por los terrores y abusos que había cometido la psicología. Hace menos tiempo, en el 2021, la Asociación Americana de Psicología, que es la más grande del mundo, le pidió disculpas a los pueblos de color por contribuir a una mirada racista y discriminatoria de estos pueblos y de minoritarios.

A partir de esto invito a poder pensar qué alcance tiene esto y que por lo menos nos permita hacernos dudar de nuestras categorías diagnósticas porque muchas de esas categorías se realizaron y se validaron con estudiantes universitarios de clase media de grandes centros urbanos.

¿Qué pasa cuando vamos a trabajar en poblaciones rurales, poblaciones de pueblos originarios, personas que no son de clase media y viven en situaciones de pobreza, de vulnerabilidad? Es allí cuando podemos poner entre paréntesis todas nuestras categorías diagnósticas y no solo eso sino también las intervenciones. Me parece que en ese sentido la historia de la psicología es importante porque nos enseña a mostrar eso.

Si en la psicología solamente nos quedamos en teorías que son validadas entre nosotros, de nuestros propios medios culturales, que mayoritariamente han sido de sectores de clase media de grandes urbes y no pensamos en todo lo que queda por fuera, nos vamos a ir marginando más.

Luego de tantos reconocimientos, ¿se llegan a atenuar las emociones?

Yo creo que no. En este caso, no lo esperaba. Los premios de la SIP los postulan generalmente equipos de trabajo, así que el grupo de historia al que pertenezco es el que me postuló. Cuando me dicen que este año van a proponer a Klappenbach yo agradecí mucho pero hacía dos (2) años se lo habían dado a alguien de historia y pensé «no me lo van a dar, imposible», pero con todo gusto accedí. Así que yo no lo esperaba realmente, en ese sentido sí me sorprendió y es una emoción muy linda.

Siempre digo que más allá que uno crea que siempre hay factores extra académicos, no deja de ser algo muy lindo, es una caricia. Hace muchos años que trabajamos en esto y siempre son caricias, son reconocimientos muy lindos. Para mí este es un premio muy especial porque es de la sociedad más antigua de psicología. Además nuestra Universidad siempre tuvo relativa relación, por ejemplo, Plácido Horas fue vicepresidente de la SIP, la profesora Carmen Dagfal fue representante en Argentina, con esas personalidades la verdad que estoy muy agradecido.

Foto 1 y 2: gentileza

Crédito: Leisa González, estudiante de la Licenciatura en Periodismo. Becaria en Prensa Institucional de la UNSL.

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